Tomar y no tomar.

DOMINGO
Me desperté libre de crudas. Ni de desvelada, ni de alcohol ni moral. Tuve una mañana como la que hace años describí en un ejercicio de algún libro como mi ‘’perfect morning’’. Meditar, estirar, tomar té, escribir un rato, desayunar bonito y salirme a hacer ejercicio.
El año pasado dejé de tomar alcohol porque hice un programa alimenticio y era requisito no tomar por un mes. Viviendo en España, donde hay más vino que agua, me preocupaba estar ‘’expuesta’’ diario a lo que quería evitar. Pero en el fondo estaba super emocionada de tener una excusa ‘’legit’’ para no tomar. Ahora sé que no necesitas ninguna excusa, si tienes una razón.
Después del primer mes en el que si hubo fricción por no tomar, pero levantándome tranquila y orgullosa al siguiente día, se me hizo lo más fácil y natural seguir así.
Estuve seis meses sin tomar nada. La satisfacción de no tomar siempre fue más grande que la fricción de decir que no quería cuando me ofrecían. Mientras más en paz estaba con salir y no tomar, menos presión empecé a sentir. Creo que se te nota cuando estás decidida y sabes por qué lo estás haciendo, y la gente te presiona cuando te prestas a que opinen. Me di cuenta que con decir ‘‘no gracias, estoy bien.’’ funcionaba. A contrario de decir ‘‘ estoy tratando de no tomar’’ ‘‘se supone que hoy no iba a tomar’’.
 
No me considero una persona mala copa, probablemente he dicho/hecho cosas más raras sobria que tomada. No necesito alcohol para ser honesta, bailar como pollo o hablar de estupideces. Pero si necesito alcohol para estar ansiosa, de bajón y arruinar mi claridad mental por mucho más tiempo de lo que me duró lo que tomé.
El alcohol es parte de mi vida porque es parte de mi ambiente social pero cuando estoy sola ni lo pienso, ni lo extraño. Algunos de mis mejores recuerdos son de veces donde toda la gente con la que estaba, estaba tomada. No me molesta ni juzgo que a los demás les guste o lo disfruten. Hasta yo lo disfruto mientras dura la convivencia o el evento. Pero tan pronto se acaba me empiezo a sentir rara.
En los últimos dos meses empecé a tomar en ocaciones especiales o cuando era la primera vez que estaba con alguien que no conocía bien o cuando venía de visita gente y quería estar ‘‘a ritmo’’. Ese es el problema, querer estar al ritmo de algo cuando ya sabes que el mejor ritmo para ti, es el tuyo. El resultado fue asqueroso. Tomé muy poco pero como había perdido más el aguante, los efectos fueron los mismos y me recordaron por qué decidí dejarlo en un principio y por qué quiero volver a hacerlo:
 
1- Mis niveles de ansiedad física se dispararon.
Esto no pasaba immediatamente pero si tomaba un sábado, para el martes seguía rara y no sabía por qué era. Los seis meses que estuve sin tomar, estaba tran-qui-la. Literal no tenía dramas inventados por mi cabeza.
 
2- Subí de peso
No por que el alcohol engorde (que si, y mucho) pero porque las crudas y la cruda moral de haber tomado en días como lunes, aumentaban mis niveles de cortisol. El estrés es un factor que desbalancea el peso natural, afecta las hormonas, los niveles de hambre y las crudas aumentan los antojos. Esto se me notó hasta en la piel por un rato.
 
3- Me puso insegura
Hacer algo que de cajón sabes que te va a hacer mal, nunca va a salir bien. El alcohol es un depresivo natural y algo que en el momento altera. Si estás tranquila, pa qué moverle? Hubieron veces que tomé porque no estaba totalmente cómoda y tomar con los demás era algo que pensaba que me iba a conectar y relajar. Es una estupidez y una bullshit excuse para tomar. Tengo los skills sociales suficientes para conectar sin tener que ponerme a hacer algo que no quiero hacer. Creo que todos los deberíamos de desarrollar. Y si necesito alcohol para conectar con alguien, probablemente ni quiero conectar con esa persona. En el momento me reía, al siguiente día me quedaba tripeando todo. Y si hay un tripeo en el que no confío, es en el tripeo de la cruda. Era un monólogo que no me servía de nada escuchar.
 
4- No es lo que quiero atraer a mi vida
Me recordó que no es el ambiente que necesito para la vida que quiero construir. Y que el tipo de planes que más me nutren son en los que todos están conscientes y hay conexión genuina. Porque aunque yo esté sobria, no es lo mejor estar rodeada de gente que solo se sabe abrir con el alcohol.
 
Por otro lado, aprendí que cuando peor te sientes es cuando mejor te tienes que tratar. En vez de enrollarme en la culpa, me iba directo a hacer cosas que me ayudaran a quitarme la cruda más rápido.
1-Tomar té rojo pu-ehr
2-Hacer oil pulling (ayuda a sacar las tóxinas más rápido y quitar el dolor de cabeza)
3-Comer algo que me nivele el azúcar en la sangre (ej: un plátano con almond butter)
4-Sudar
5-Bañarme con agua helada
6-No creerme nada de lo que estaba pensando
 
En fin, no tomar tiene muchos beneficios para mi. Pero el más importante es el saber que estoy cuidando mis neuronas y bienestar general y que no tengo ansiedades que ni son mías. No tomar puede ser incómodo pero también te da feedback interesante de ti y de la demás gente. Y me encanta el challenge de buscar otras actividades para fines de semanas/noches/dates que no incluyan alcohol. Está demasiado ‘‘deeply ingrained’’ en nuestra cultura y no entiendo porque normalizamos algo que a tantos nos hace daño. Entiendo que cada quién sus preferencias y a su paso. Esta es la mía y doy un paso a regresar a un ritmo más tranquilo y sustentable para mi y espero que si sabes que es lo mejor para ti, le des mínimo una tratada. Lo peor que puede pasar es que pases un fin sin crudas, lo mejor que puede pasar es que lo quieras seguir haciendo.
Happy Sunday!

-María Andrea G